Un año después de haber tocado por primera vez en mi vida suelo suramericano, encuentro, entre muchos papeles sobre la mesa de mi cuarto, ese pequeño escrito.
- Las Manchas de la Isla -
Lo que pasó hasta que llegé a los cuatro mil metros de la Isla del Sol lo recuerdo casi nublado.
Quizás porque hasta entonces yo todavía no hablaba castellano, así que los pensamientos se movían despacio, como mis palabras. Al mismo tiempo los lugares y las imágenes seguían corriendo rápido como jamás hasta entonces.
El tiempo cero estuvo, entonces, en una esquina del espacio en la cual vive la Isla del Sol.
En una escuela, los niños a mi alrededor me preguntaban lo que estaba haciendo y yo intentaba explicar que quería armar un telescopio para dejarles mirar el Sol: una pelota amarilla, o mejor dicho, blanca. Tal vez un poco aburrida, por ser plana, sin manchas: eso era lo que yo creía que íbamos a observar.
En vez el Sol empezó a estar manchado exactamente ese día de finales de octubre, después de que los estudiantes y los investigadores de todo el mundo estuviesen esperando ese evento por mucho tiempo.
Con esos niños bolivianos vimos una mancha, bien marcada en el disco solar, que llenaba de color el telescopio y de maravilla los ojos de la gente.
Al mismo tiempo, ese pequeño punto sobre la superficie solar escribía en mi cabeza : "Se mira para descubrir, se descubre para admirar."
Fue así que, de nubladas, las imágenes que viví pasaron a ser manchadas y luego claras, y mis palabras, paso a paso, más rápidas y siempre más suramericanas.
lunedì 25 ottobre 2010
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1 commento:
Graciás a Margot por correcciónes y consejos!
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